Sonó el despertador, eran las 7: 30 de la mañana, mi segundo
día de visita en París y quería aprovecharlo muy bien, así que me levanté de la
cama y me puse lo primero que pillé del armario. Bajé las escaleras corriendo y
me dirigí al restaurante del hotel para desayunar. Cogí un poco de fruta, una
tostada con mantequilla y un cola cao, me despedí del camarero y salí del hotel.
En ese momento eran las ocho y media de la mañana pero caminaba deprisa para
poder llegar a tiempo a Montmartre ya que estaba bastante lejos del hotel y
había de caminar un buen rato, así que que cogí los auriculares y me puse mi
lista de reproducción de música.
Y en un abrir y cerrar de ojos había llegado.
ERA IMPRESIONANTE! Era muy bonito así
todo blanco y tan grande, pero había muchísima gente y costaba verlo bien así
que empecé
a subir todas las escaleras. Al llegar arriba lo primero que hice
fue coger mi móvil de la mochilita que llevaba y hice unas cuantas fotos, una a
Montmartre y otra al paisaje que se veía desde ahí arriba, todo París y la
Torre Eiffel, hasta le pedí a una señora que pasaba por ahí que me hiciera una
foto.
El tiempo pasó volando y ya era la hora de comer, yendo hacía allí vi un
restaurante que tenía muy buena pinta así que decidí ir ahí a comer. Me pedí
una le gratin douphinois, un palto típico de Francia y una crepe con Nutella.
Al
acabar de comer decidí volver al hotel porque estaba muy cansada. Cuando llegué
eran las ocho de la noche y no tenía hambre así que solo cogí una manzana del
buffet libre y me dirigí a la
habitación, entré y no me lo pensé dos veces, me puse el pijama y me metí en la
cama.
Laura Gómez
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